Por: David Santiago Mora León

Gusano tarda en usar las patas y al estirarlas poco a poco llora por el dolor de sus articulaciones. Corre ahora atravesando el espacio.

Gusano teje un capullo. Sueña que tiene alas. Lentamente se instruye entre enredos y rasguños.

Gusano crece dentro de su hermoso capullo. Atraviesa el tiempo. Se desarrolla y adquiere el valor que necesitará para lanzarse al vuelo.

Gusano desea tragarse su capullo, último límite de su libertad. Pero aquel acto significaría tragarse sus sueños y esperanzas, dejar untados en el babero los recuerdos de quienes rasguñó con sus patas cuando aprendió a tejer.

Gusano comprende que ha llegado el momento de hacer un nuevo nudo. Deshilacha su capullo. Teje unas ligeras y fuertes alas; alas soñadas; alas vividas; alas que son el más allá hacia donde se dirige.

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